Madurar.
Es algo que te dicen continuamente, cuando te lo estás pasando bien. Disfrutas en determinados momentos, porque no eres consciente de lo que has venido a hacer aquí. Aquí en este mundo y ahora en esta vida. De ahí que el alcohol sea un inhibidor de la penas y parezcas una inmadura cuando estás ebria. Te hace perderte en otro lugar más liviano, dónde no importa el pasado, el futuro, solo el momento.
Estos días han sido de reencuentro con mi yo de antes, y he descubierto mi maduración física en primer lugar. Traducido de otra forma, no estoy para trotes. Una copa de vino, es suficiente para que se me cierre el ojo izquierdo, y después de las 12:00 de la noche, ya no me aguanto en pie. Además por la mañana no es precisamente lozanía lo que devuelve el espejo. Y que conste que no me quejo, que llego casi al medio siglo, pero es lo que hay, el paso del tiempo.
A esta maduración física, añado otra maduración o crecimiento interior que me ha hecho sentir más la diferencia entre lo que yo era y lo que soy. Al llegar ayer a la ciudad donde viví 10 años, y me reencontré esta mañana con personas con las que compartí risas, llantos, aprendizajes, juegos, sobremesas, sueños… se me ha llenado el corazón respirando su crecimiento, sus vidas con más hijos, sus vidas con menos padres, sus vidas más sanas, sus vidas con más responsabilidad, sus vidas con sueños truncados, cumplidos o cambiados. No son los mismos, y yo tampoco lo soy. Lo que nos unió sigue ahí, mirándonos de lejos, y respetando el paso del tiempo.
Ha habido momentos emocionantes.
Me encontré con Gelen y su madre. Sus ojos son los más bonitos que he visto jamás y los más sinceros.
Me encontré con Carmen. Con la mejor madre del mundo, con una hija que se va a Harvard.
Me encontré con Carmen. He recibido más de 40 achuchones en 5 min, recordando buenos tiempos y la pérdida de su marido estaba entre sus brazos.
Me encontré con Ana, Charo, Iván, Rosa, Javi, Gema, Virginia, Gonzalo, Fran, Silvia, Consuelo, Fuen…
Y cené con Belén y Ángela, y reí como aquellos años en Torrevieja, creando una burbuja de escucha, de entendimiento y de diversión tan increíble, que aún resuena en mí.
Gracias por formar parte de mi historia, y por haberme ayudado a madurar. Incluidas algunas arruguitas de los ojos por disfrutar tanto aquellos maravillosos años.
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Que bonito contando, que bonito sentido!
🥰