Beatitud, es...
Beatitud es el estado perfecto y abundante de todos los verdaderos bienes. Es el estado de felicidad, posesión absoluta y completa del bien, por lo que a un ser humano no le queda ningún deseo que no esté satisfecho.
Una autentica pasada esta descripción copiadita de Google, ¿verdad? Debería especificar un poco más, como tiempo de duración, si hay algo que ha alterado la conciencia (alcohol, psicodélicos…),si viene por un golpe en la cabeza, de qué porcentaje de la sociedad estamos hablando, si tiene efectos secundarios, si te lo puedes permitir cuando los que te rodean sufren… Con todo esto en mi cabecita podría pensar que nunca he experimentado esta condición.
Aunque esta mañana mientras conducía al trabajo, me ha llegado una descarga eléctrica. He sentido como el sabor de esa receta que te sale bordada, y que sabes que si la ofreces en una cenita de amigos, triunfas seguro. Esa receta que es una mezcla de buenos ingredientes, y que por separado no dicen nada y juntos son una explosión. Pero ahí estaba la bomba YO, tarareando All of me de John Legend como si estuviese de finalista en Eurovisión. Y mientras saboreaba el escalofrío, rebusqué los componentes de la fórmula secreta.
A la embocadura de esta circunstancia regresaba a mi mente, el beso de buenas noches de Pablo, las risa de los chistes malos del finde, una nuevo lector de mis escritos, una sesión de fitness que superé tras el óxido acumulado del verano, aguacate con tostada y café con leche de avellana, mi perfume favorito arropándome, la camisa de lunares que me regaló mi hermana, la pulsera de cuero del artesano de Vejer, el pelo secado al aire de la ventanilla del coche, la meditación de la mañana, el libro Tanizaki que estoy leyendo, Bowie despertándome, el buenos días cariñosón, y tener una primera reunión inspiradora en el trabajo.
¿Cómo no voy a sufrir sobredosis de beatitud? ¡La vida mola mucho!
Y si, a veces está llena de recetas sosas, quemadas o frías. Como cocineros de nuestro camino, a veces enmascaramos los sinsabores con salsa mayo, o las guardamos en un tupper en la nevera, o las arrojamos a la basura perdiendo sus nutrientes. Todo es alimento para nuestro camino, y cuando la receta no es deliciosa, lo mejor es ponerla en un buen plato y pedir a alguien que te ayude a conseguir un mejor sabor. Hay buenos chefs de vida rodeándonos, aunque nos cueste mostrar nuestros peores guisos, nuestras vulnerables piezas del estofado de la madurez.
Evidentemente, el piquito de felicidad se fue al recibir una llamada, al verterse el agua en el asiento del coche, al acordarme que se me olvidaron las llaves de casa, y que hoy iba a ser un lunes de trabajoso trabajo.
No obstante, he sonreído todo el día, e incluso he llorado de risa (eso lo hago varias veces a la semana), y es una delicia, como el sabor de la vida.