Cuando eché un vistazo de dron, vi un lugar que se llama Alviento, con mucha especie humana bien vestida, y con el mar al fondo. Entonces recordé que mi madre, cuando tenía 20 min de vida, me contó que mis primas vivían en Cartagena, que se alimentaban de un sitio medio pijo con este nombre. Estábamos en la costa en un lugar emblemático, gracias a los romanos. Esto me lo contó mi padre antes de estirar la patita trasera. Tras enamorarse de una mosca del vinagre junto a la muralla Púnica, allá engendro a sus primeras moscas, de ahí que tenga familia en esta ciudad. Decía que la antes Carthago Nova recibía cruceros porque tenía muchas cosas históricas que enseñar, y buenos platos para comer, como los michirones, que siempre me hablaba de ellos, sacaba su trompita y escupía, como hacemos las mosquitas siempre antes de engullir cualquier alimento. Pero él lo hacía solo con su imaginación, extensión de trompita y escupitajo.
Echo de menos a mi padre. Recuerdo cuando era una larva en una tarta de manzana en la arena de la playa de Los Genoveses, y él me miraba mientras me convertía en crisálida… Luego me enseño a volar, y me guió sin protegerme, sólo dándome las pautas necesarias para que yo eligiese mi camino. Era el mejor padre mosca del mundo. Entre sus mayores enseñanzas estaba la de vivir como si fueses a morir mañana (canción de Leiva que me flipa, por cierto). Exprimir el momento presente como un regalo, aunque esté lleno de spray Bloom, aunque haya camaleones que te quieran comer, aunque no encuentres a la mosca que conociste ayer porque quizá haya muerto. “Da igual Martita, sigue volando, sigue disfrutando, sigue succionando la miel que encuentres en el camino”
Con este pensamiento me quedé mirando a Alaymedia, !qué bonica es! Con su ala rotita y con 3 de sus patitas dañadas. Como estaba melancólica, le pedí que me volviese a contar como perdió parte de su ligero cuerpo.
-Mira Martita, la mala suerte se me cruzó hace 3 días en la biblioteca Los Ángeles de Almería, la que está a 20 min del IKEA nuevo. Ya sabes que los estudiantes se llevan dulcecitos para poder concentrarse, y allá que fui, ávida de chocolate. Sentada había una petarda con un SNICKERS sobre la mesa. La susodicha retó en velocidad a mis ojos 360 y me atrapó con su mano manicurada, de tal forma que me paralizó sin matarme, enganchando entre el índice y el pulgar mi ala derecha. Se arrancó uno de los pelos largos de su cabeza, y ató un extremo con un nudo bien fuerte a mi cuello, y el otro extremo a la capucha de un boli BIC. Me soltó y yo di vueltas en círculos sobre su cabeza, queriendo escapar, y lo que hacia era ahorcarme más y más. Recuerdo en mi mente las páginas de la marcha analítica de cationes tipo 1 que ella estaba estudiando en ese momento. Pero llegó su amigo Pepe y ella se derritió, por lo que soltó el boli y el pelo se liberó, y yo volé, con un trocito de ala menos y con varias lesiones en mis patitas. Pero escapé con un pelo largo que me siguió hasta el anfiteatro donde se desenganchó. ¡Bendita mascarilla de Keratin, que hace el pelo super suave!
Siempre me quedaba ojiplatica escuchando la historia a la que Alaymedia dió su nombre. Adoro la fortaleza de los demás y la capacidad de superarse. ¿Cómo no voy a ser su amiga? ¡ Qué especie más capaz somos!
Sobre todo hoy, que hemos pensado, que es el momento de criar larvas, no malvas.
(Continuará)