En La Mancha.
La casa de mis abuelos era como el pin de Google Maps en medio de un campo de cardos. Pero su fachada regordeta y brillante, destacaba en mitad de La Mancha, de ahí que fuese difícil mirarla de frente sin unas Rayban, hecho del que mi abuela se sentía orgullosa, en competencia con las casas vecinales. Aunque yo era capaz de diferenciar esta casa del resto, no por su blancura, sino porque la cocina era un foco de infección de pisto, pan y natillas.
Cada mañana, en los dormitorios de arriba, ese olor se mezclaba con el cloro de la alberca, y con el Mimosín de la colada de los viernes. Esto y el frescor de sus muros, invitaba a siesta, mientras escuchabas chicharras, y quedabas atrapado mirando el techo amarillento de vigas oscuras, y sentías el solano aventando las corroídas cortinas de rafia y los pelillos de los brazos. A veces la solanera provocaba portazos, que meneaban las paredes y hacían que trocitos de tierra y cal cayeran al suelo, y despertabas de golpe como en los otoños de vendimia.
Ahora la miro y me pongo blandita. Y es que hace tiempo que la casa se transformo en otra, como si le hubiesen puesto botox. Media casa es de mi madre y media de una señora que bailaba mucho en una comparsa de carnaval. Así que el cacho de terraza donde yo le daba de comer a los gatos arco iris, donde refugiaba a gusanos de bellotas, donde me inventaba cuentos de terror, y donde jugaba al tenis contra una pared de cemento, se quedó sin escenario, desapareciendo años de infancia cansina. Solo queda en mi mente el vago y probablemente inventado recuerdo de esperar mirando los tejados hasta que mis vecinas me llamasen para salir a gamberrear a la calle.
Han pasado mil vidas desde entonces, y he ido cambiado, como esa casa, pero sin botox. Conservo mis arrugas crecientes y mi infancia en el albaicín criptanense. En ocasiones regreso allá cerrando los ojos, y aún encojo los hombros recordando los portazos de las endebles puertas de los áticos.
Son deliciosos terremotos manchegos que me provocan un nudo en la garganta cuando quedo apresada en ellos.