En un lugar de tu cuerpo de cuyo nombre no quiero acordarme.
19 de octubre. Día del cancer de mama.
Me pica me pica me pica ay no ay no. Es que eres idiota, es que no te enteras, siempre pensando en nimiedades, lo que tienes que hacer es ir al médico cuando corresponde, como todos los humanos. Tener esto aquí me hace que me maree. Mira cómo me sube un calor desde el estómago hasta la boca. Vomito, ya lo que me faltaba. Aunque no sabrás hacerlo, no sabes ni vomitar, a veces no sabes hacer nada. Eres “ná” como te decían en el cole. Mierda, eso es lo que soy, me cago viva viendo esto que tengo aquí, y como supura. Me duele o me pica mucho o no me duele o no me pica y me lo estoy inventando, porque me agobio, me pica y supura. ¿Qué es eso? ¡Mira el color de la muerte! Es lo que sale de ahí, color de mi muerte, de mi muerte. Solo era una mamografía que me tendría que hacer y tocarme, me tenía que tocar. Ahora supura, ahora pica, pica, pica, duele. Me ahogo, en un vaso de agua con ron, mucho ron. Eso necesito, alcohol, de Madrid, de mis tiempos de antes. De los de no dormir y no cansarse.
Suspiro. Silencio. Pitido oído derecho.
¿Sabes que esa camisa era de tu prima la del bar? ¿Conoces a esta blusita que te pones para estar tirada en casa y que para ella era un tesoro de niñas guapas y delgadas? O gorda como yo, eso era, y es, y soy. Un asco con una camisa que fricciona mis brazos como caricias de mil manos, como cuando la esponja pasa sobre mí con ese gel de imitación a La Toja que venden en Mercadona. Ese olor de ludir una ropa fresca con otra, ese sentir de la suavidad de que algo anhelado sea tuyo. ¡Oh! ¡Camisa, mi camisa! Es tan larga tu manga que estaría recogiéndola hasta el amanecer. ¡Qué poetisa me encuentras hoy, amada camisa mía!
Me vuelvo al ahora, con este dolor, respiro hondo.
¡Eso es, eso es!
Estoy enferma seguro, y mi cuerpo quiere estarlo. ¿Por qué? Para estar presente, para que pueda sentir lo que hay, sea lo que sea, he descubierto que estar mal es estar bien porque es estar.
¡Mira! ¡Mira! Es como si estuviese sacando leche de ahí. Es muy fuerte que me pase, pero si esto significa que tengo algo, que mi sujetador mojado era una señal, que llorar es despejarse, es razonable estar así.
No quiero no quiero no quiero no quiero morir, ahora no quiero hacerlo. ¡Soy joven! Aun tengo los pies sin juanetes, diría que perfectos para seguir andado, para correr, para volar. Son pajarillos cuyos picos son las uñas, cuyas plumas son los pelos que olvidé depilar, y cuyas alas son los pulgares estirados hasta casi tocar el dorso. Son pies usados, pero de buena calidad con sus callos amortiguadores.
Quiero, quiero, quiero comprar un pie. Señorita por favor, póngame dos pies nuevos tras el intenso concierto de Metallica. Tacones y música, tacones y sexo, tacones y poder, tacones y timidez, tacones y fuerza, tacones y altitud y latitud, tacones cercanos y lejanos también, tacones de madera, de plástico y de corcho de botellas de champagne.
Mira tienes un ticket para vivir. Viaje Madrid-Barcelona. ¡Pero muchacha si has llegado a Zaragoza ya, y no estás ni en el ecuador de tu vida! Claro tu viaje no es que sea distinto al de los demás, es que vives rápido.
Vivo rápido, vivo rápido, y moriré rápido. Quiero frenar el tren ese que va deprisa, quiero que las ruedas rodeen los raíles abrazándolos como si fuesen regalos de mis abuelos. Voy a parar este tren, en realidad, mi cuerpo va a pararlo. Mi pecho ha dicho, echa el freno de mano, hermosa. Voy rápido, voy rápido, muy muy rápido.
¿Y para qué estoy aquí? ¿Para qué vivo? ¿Qué sentido tiene esto que pasa? ¿Qué significa tanto lo anterior a hoy, como el ahora, como el futuro?
Normal querer drogarse, quién aguanta esta vida, llena de desaliento. Quién soporta a los demás sin queja alguna. No hay persona ideal para estar, para vivir, para conversar, para curarse. Por eso me enamoro tanto, para soportar al resto. Me enamoro de sus corazones y no pienso en el retraso de sus cerebros. Aunque están idiotas, al menos van al médico.
Mañana llamo a los de las batas blancas, a los egos andantes con bisturí, que te anuncian la muerte y la cura desde los pies de una máquina de tabaco. Su enfermedad gracias, que tenga un buen día. Y tu coges entre los dedos una hoja pintarrajeada con los resultados y te das la vuelta. No dejas propina, en las máquinas expendedoras no se deja.
Me angustio, me mareo, sigo mareándome, cuando no controlo nada de lo que pasa, esto me pasa.
Y el universo qué grande es, y yo una mierda “pinchá” en un palo, soy pequeña, y ahora quiero parar, quiero estar sola, y libre. Y quiero cuidarme, quiero respirar.
Inspiro mientras sueño a pensarme haciendo aquello que son mis cosas favoritas. Sentir las esponjillas de mis pies, posándose suavemente en la firmeza de la tierra, turgente, nutrida, roja, con olor a humedad. Esa tierra suave, limpia, que se introduce en mi ser, que llega como una corriente eléctrica a mi cuello. Ando descalza que es lo que me encarna, pero que poco lo hago ahora, si hubiese andado más descalza.
Porque ¿qué es la vida? Un frenesí.
Porque ¿qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una…
Una sombra, eso es, la sombra de lo que eras, eso eres ahora, nena. Nena no eres nada, salvo lo que has recorrido, que no ha sido tanto. Con tanto miedo entre los hombros, entre las manos, entre las piernas… Te perdiste como si fueses la sombra de ojos.
¿Cómo cuento lo que me pasa?. Me voy al baño a vomitar, no soporto esta situación, quiero dormir y que cuando despierte esto no exista, yo no quiero vivir si es en estas condiciones.
¿Quién me miró en la vida, un super tuerto? No, era un taxista experto en emociones. Pues le pagué y le di propina, y ahora me encuentro tirada en la cuneta y sin un euro.
¿Atacamos el frigo? Venga si, que hay sobras, que hay natillas, que hay tubitos de medicina diluida sabor a fruta podrida y pollo “revenío”.
Tiemblo, no soporto cambiar de vida, de lugar, de cuerpo, mi cuerpo va a cambiar, y yo lo quiero, quiero este cuerpo. Me quiero. Eso es, me quiero.
¿Qué ha pasado?
Tengo la boca seca, pastosa, no de resaca, es de miedo. Mi garganta está con todas sus paredes en contacto, me cuesta inspirar hondo. ¿Has visto el techo de la habitación? ¿Es de día? ¿Está amaneciendo?
¿Entonces? ¿Lo de…?
¡Corre al baño! ¡Que todo sea un sueño, una pesadilla perfecta! ¡Por favor!
Así es, se acabó pensar en anticiparme, se acabó.
Estoy sudada de pesadilla, qué bien, estoy bien, muy bien, nada de pus. Bien bien viva viva la vida viva la fiesta las mentiras los sueños me rio y lloro y entro y brinco y calor y sudor frío y ahora cálido sorpresa amigos pareja hijos canario perro y vida y gusanos de seda y risa y música .
Música, a bailar otra vez.
Reading your words leaves me feeling like I want to spend a long afternoon at the seaside with you, listening, talking a little and listening some more. A bottle of a good Portuguese red wine (maybe a bit of sparkle to it) and fresh baked bread on the table, but too immersed in your story and forgetting to drink. And forgetting I no longer drink alcohol. and listening to you and hanging on to the images that you create. Your thoughts triggering memories of events, people and even some fears from my long life, which has been inappropriately eventful. Reading your writing is like eating Pasteis de Nata. I will eat every custard covered word until I vomit into the sea. (Which, unfortunately, may cause our meeting to end.) That will never happen! Next week I will be on the beach in Brighton and think of your words. I won't drink alcohol or eat custard pastries. I will have "fish and chips" and throw some to the Gulls. I will sit on those oversized rocks there and wonder what you will write next and ponder this ocean of life and the wonderful stories that you write which bob up and down on the waves like the Pasties de Nada that I crave.
Súper thank you!!!