La palabra encontrar viene del latín in contra (en contra). Originalmente se refería a salir al encuentro, de ahí lo de encontronazo (choque violento). Más tarde tomó el significado de hallar.
No ocurre mucho, pero hay momentos en los que hallas a una persona y resuena el encuentro de tal forma que parece que os conocieseis de siempre, como de otra vida. Existe una palabra coreana que lo describe, “inyeon”.
Inyeon deriva de un proverbio coreano que traducido al español dice “incluso si nuestra ropa solo se roza, es el destino” Esta creencia está relacionada con el nacimiento y las conexiones de otras vidas, también acerca de como las cosas más pequeñas pueden unir a dos desconocidos que probablemente estuvieron destinados en otras vidas. Me familiaricé con esta palabra en la peli Vidas Pasadas, donde cuenta el frustrado romance de una escritora y un ingeniero. De esta me encantan los silencios y la timidez de sus protagonistas.
Yo creo en estos encuentros, en que ya te conoces de antes. Me he encontrado con personas con las que he estado compartiendo tiempo y conversaciones, y ahí se quedó todo, como un paréntesis sin nada dentro, como un pan sin sal. Sin embargo, cuando se produce un “inyeon” fluye la conversación, se va la vergüenza, bromeas y sonríes. Incluso compartes tu vida, qué haces, cuántos hijos tienes, qué cambiarías… como poniéndote al día cuando te ves con un amigo con el que hace tiempo que no hablas. Y no pienso que sea un reencuentro de una pareja anterior, simplemente alguien que formó parte del pasado.
Las conversaciones fluyen como si hubieses dejado un tema a medias hace unos 100 años, y vuelve a surgir de nuevo. Y te empeñas en defender tu postura como solo lo haces con las personas de confianza, siendo tú, sin máscara. Recuerdo mi encuentro con Kristela en un ave a Madrid hace unos 6 años, aún seguimos quedando a cenar o a desayunar, y nos comunicamos de vez en cuando. Cuando estamos juntas nos entendemos con solo mirarnos, y nos parecemos mucho, que eso es comodidad absoluta. También me encontré con Belén cuando trabajaba en Torrevieja, somos de las amigas sin filtro y siempre riendo a carcajadas hasta de lo más oscuro.
En este viaje a Vietnam me he encontrado con gente maravillosa, gracias a los traslados en bus, a las cenas en mesas recogiditas y a juegos de preguntas idiotis, pues he descubierto las extraordinarias historias de los viajeros que me acompañaban. Estaba rodeada de personas que quieren que el mundo sea mejor, soñando con ayudar a la integración de los jovenes en riesgo de exclusión, soñando con viajar con la familia en una furgoneta durante varios años sin tener que cumplir las clásicas obligaciones, soñando con trabajar con niños, soñando con montar un negocio propio, soñando con mantenerse así tal cual y ver crecer a los peques, soñando con irse a vivir a Dinamarca para dar una vida mejor a sus hijos, otros soñando con estabilizarse o irse a vivir cerca de sus padres para no perderse lo que les queda de vida. Escuchar lo que otros llevan dentro y como revuelve nuestro interior, es vivir, es sentir, es empatía, es crecer y es entender. Entender que estés dónde estés y con quién estés, somos dignos de respecto y amor siempre, porque nuestras historias son dignas y bellas y nos convierten en lo que enseñamos a otros cuando abrimos el corazón.
Y así estoy, echando de menos que hace una semana estaba con nueve personas compartiendo ilusiones. Ahora intento asentar esos días en los que construimos un trocito de nuestro viaje juntos en aquella ciudad, Saigón, Ho Chi Minh, Conchinchina o como se llame. Volvamos o no a encontrarnos, ya forman parte de mi historia. Impregnada de “inyeon”.
Querida amiga…nosotras ya nos pertenecíamos antes de encontrarnos en ese tren…. Que probabilidad hay de coincidir a la ida y a la vuelta en el mismo asiento? Siempre he dicho que las personas especiales nos reconocemos, y no es ego por pensar en superioridad, es simplemente por conexión, y solo los que la hemos sentido podemos reconocerla.