La pulsera de colores.
El martes pasado me preguntaron por mi nueva joya de plástico. Es una pulserita de cuentas transparentes de colorinchis. Esta persona se quedó mirándola y sonriendo me dijo: “¿Es la pulsera de tu sobrina?, Ja, ja, ja. Más que de Pandora es de Pandereta, ¿no?
Tras un momentito de silencio risueño y compasivo por mi parte, además de guardarme 2 respiraciones para no soltar un zasca, le conté la historia:
“En realidad se quién la ha hecho, pero no la conozco. Es una niña de 9 años enferma de cáncer, que mientras recibe su quimio, engarza pulseras de colores, con la intención de que las personas que la reciban identifiquen como ella ella ve el mundo, de forma intensa y colorida. La pulsera me la regaló uno de los enfermeros que trabajan en esa planta y casualmente tras una charla de unos 10 min. y despidiéndose de mi, me la regaló. La vida, los encuentros, las personas y las historias detrás de pulseras de Pandereta son un regalo, ¿no crees?”
Flipando en lo mismos tonos que el susodicho brazalete, pero elevados a la enésima potencia, esta persona me miró y me dijo que la había cagado y que no había papel higiénico suficiente en el mundo para limpiarse y cubrir su cara de vergüenza.
Yo volví a sonreír, y le invité que preguntase siempre las razones, que se entonase con lo que le rodea, que tras pulseras horteras hay siempre una buena causa. Levantando una sola comisura labial, y asintiendo, se alejó diciéndome gracias en un susurro.
No juzgar lo que tienes frente a ti es complicado. Desde mirar la cara de enfado de alguien, escuchar una mala contestación, el desorden en el salón, algo que tenías que haber recibido por email y no está en tu bandeja de entrada… todo ello tiene una razón potente detrás. A veces la persona con la que convives está estresada y no te pone al día por no complicarte la vida. A veces el cajero antipático del supermercado no ha dormido bien porque su hija está enferma y se pasó 6 horas en urgencias la noche anterior. A veces el aburrimiento y el enganche a las redes sociales hace que no haya una respuesta rápida de aquella persona a la que le estás preguntando algo relevante para ti, pero claro los algoritmos son potentes y dopaminantes. E increíblemente, hasta la pereza del empleado que no te envía el resultado que le pediste, puede implicar una desmotivación con mucho peso y comprensible.
Todo tiene algo detrás, todas las historias son potentes, todas las mochilas que portamos cada uno y que solo abrimos para unos pocos son nuestras luces y sombras de esta vida. Cuando pides permiso para que alguien te regale compartir el interior de esa mochila, surge la magia, el entendimiento, y tú mismo abres la tuya. Ahí empieza la conexión.
Yo uso la apertura de mochila incluso al comienzo de las reuniones, y así nos entonamos para bailar, cada uno a su ritmo, pero con una canción común que ha surgido tras compartir cómo venimos hoy. Siempre veo en los demás una pulsera de colores, ¿son feas? ¿son bonitas? No lo sé, solo se que representan el momento de vida de cada uno de nosotros, en el aquí y ahora.
Y es más, me encantan escucharlas.