Si quieres conocer a alguien pregúntale cuál es su sueño. Si quieres que te conozcan, haz lo mismo con ellos. Si quieres conocerte, reflexiona sobre cuántos has cumplido y cuál es el próximo.
A veces siento que los míos son como cuentas pendientes, como cosas inacabadas.
¿Por qué?
Porque todo lo que he soñado lo he cumplido. Es posible que no tenga sueños ambiciosos, o que los pasados sean sencillos y poco a poco se vayan complicando en el futuro. Pero respiro pensando que he hecho mucho y que me queda mucho. Por eso, me pongo nerviosa, pensando que pasé el ecuador de mi vida, y que aún me queda la parte más divertida. No cambiaría ninguna época presente, por otra pasada. El hoy siempre es mejor que el ayer y es la razón de mi impaciencia, de mi velocidad mental y de mi rapidez en las decisiones.
Soñar es mover, soñar es pasión, soñar es vida.
Sin mis sueños, mi camino no tendría sentido, no sentiría mariposas en el estómago cuando hay cosas en el día a día que encajan para que eso ocurra.
Piensa en qué significa levantarte por la mañana para ponerte a trabajar y ducharte sin tararear una canción. Mirarte al espejo y no decir ahí estoy yo, con mis graciosas arruguillas.
Piensa en subir al coche y no poner a volumen máx. la canción que hace mover tus hombros en los semáforos. Piensa en un día sin sonrisas, un día sin que te brinque el corazón cuando lees un Whatsapp de alguien que mola, un día sin diferencia de ayer, sin atisbo de algo distinto a mañana.
Pasé épocas solamente sobreviviendo, sin ver nada en el horizonte que me motivase. No menosprecio ni mucho menos mi familia, ni mis amistades, ni las personas con las que convivo ratitos de vida, son mis pilares. Pero unos buenos cimientos, sin un buen plan para convertirte en catedral, o casa, o castillo, o iglú, ¿de qué sirve? ¿Qué sentido tiene tener una tierra preparada para el cultivo y no sembrar aquello de lo que estaremos felices de recolectar?
Desde luego la siembra es costosa, con mucho tiempo y mucho esfuerzo. Nada de suerte. El tener una buena cosecha, es fruto de elegir bien y de ponerle ganas. Afirmo que es tedioso, pero piensa en las veces que has estado satisfecho contigo tras un gran esfuerzo y has conseguido un objetivo por encima de tus expectativas, eso es un cañonazo de energía. Y si miras en el fondo de ti mismo, ya sabias que iba a ser así, que independientemente de si los frutos son más o menos grandes, más o menos dulces, el proceso de sembrar, regar y recoger ya lo has aprendido, ya lo has vivido y ya lo tienes para ti.
Con todo esto entiendes que yo no pare de soñar.
Ayer alguien en el trabajo me dijo mirándome a los ojos:
-¡Siempre estás sonriente, se te ve muy bien! ¡Qué envidia me das!
Le dije que no tengo muchas razones para no estar bien, que tengo mis momentos, que evidentemente me enfado, me pongo triste, tengo mis miedos… pero que tengo claro qué es lo qué me gusta, qué es lo que amo, qué es lo que necesito, qué me rodea, qué soy y como quiero evolucionar, y además se cuáles son mi sueños. Sé qué me mueve y sé qué y quiénes me alegran el corazón.
Voy a confesarte uno de mis sueños.
Desde que estuve en Kenia colaborando con una ONG, he querido formar parte de todo aquello que apoya a las personas que más lo necesitan. Así que me gustaría formar parte, liderar, crear (el verbo aún está por definir) una ONG o una empresa social. Siento que cada vez estoy más cerca, y en ocasiones el día a día, resta tiempo. Pero a pesar de mi impaciencia no tengo ansiedad si me quedan años para cumplirlo. A veces las obras de arte se llevan años de ejecución y a veces horas. Así que, ¿Quién soy yo para medir si es tarde o temprano? ¿Si voy lenta o rápida? ¿Si es factible o no?
La intuición, el mundo y mi esfuerzo, irán abriendo los caminos para que ocurra.
Ah! Por cierto, tengo más sueños, pero este creo que es el más potente.
¿Y tú? ¿Qué sueños tienes?
Que feliz me hace leerte. Sabes lo que significa eso para mí? Mucho, eres pura luz
Que bonito es leer algo tan bonito que te hace volver al camino de no dejar de soñar