A unos cien metros de la casa de mis padres se encuentra este colegio de educación infantil. Cercana a la ventana superior derecha me sentaba yo hace 45 años. Fue mi primer contacto con la enseñanza y con el aburrimiento, eso me hizo sonreír esta mañana mientras hacía esta foto, olfateando aquellos momentos lúcidos que recordé como si fuese ayer, sintiendo el escurridizo suelo al salir de la clase, y los gritos de los compis de clase al bajar aquellas escaleras hacia la libertad del patio.
Me acordé del color tomate. De ese momento en el que pensé que los demás eran de otro mundo, debido a su poco interés y su simpleza. La causa de este denso pensamiento fue sencilla.
Doña Mari Carmen se dispuso a explicar los colores en la pizarra, junto con unos posters con dibujos bien llamativos. Amarillo, blanco, negro, verde… y tomate. ¿Tomate? ¿Color tomate? Es rojo, el tomate es rojo, no es un color en si mismo, es un alimento para hacer pisto y mojete, pero no tiene la categoría de color, pensé mientras mi cara se ponía roja y mis ojos miraban hacia el cielo. David, fue David, el más mono, alto y listo de la clase, dijo color tomate, y la seño se lo pasó por alto. Eso supuso que durante muchos meses, mi cabeza estallara cada vez que algún alumno esponja dijese que eso o aquello eran color tomate.
Al llegar a casa, me fui a la escalera de construcción de mi mundo. Aquel rincón de cemento basto, que se escondía en la zona del corral y que siempre estaba fresquita y tranquila. No muchos miembros de la casa la recorrían. Allí oculta del mundanal ruido, me llevé el diccionario RANCÉS de mi hermano y me puse a buscar los significados de palabras como rojo, tomate, colores, alimentos, etc. Como conclusión saqué que da igual quién tenga razón, que da igual si es correcto o no, lo importante es entender porque se dice lo que se dice y se hace lo que se hace, siempre hay una justificación.
Fue así como me percaté de que ni los listos son tan listos, ni los tontos tan tontos. Y de que cuando veía en la televisión algo basado en hechos reales, provenía con mucha probabilidad de una descripción de ese maravilloso diccionario. Fue la época de hojear ese libro marrón como si fuese mi tesoro, y pasar horas y horas varias leyendo sus páginas. Comencé por las que tenían dibujos, aprendiéndome todos los minerales, los músculos y huesos del cuerpo humano, algunos nombres de peces, las banderas de los países del mundo, y aquellos significados de palabras que escuchaba en cualquier medio de comunicación audiovisual de la época. En semanas se me quedó corto, porque las palabras tomaron forma, pero solo una parte se incluían en mi vocabulario activo, era como un pan sin sal. Ingredientes sueltos sin conformar una receta.
Menos mal que cuando hay una ávidez a la sapiencia, la vida te pone delante oportunidades. Y la mecha fue encendida por aquella maravillosa colección llamada Fauna Mundial de Félix Rodriguez de la Fuente. Estos valiosos documentos habitaban en la casa de mi tío Julián, en un dormitorio de invitados, junto con una caja de música y un reloj de cuco estropeado. La oportunidad era dibujada por la oferta de irme a comer todos los sábados porque mis tíos no tenían hijos. Yo les hacía compañía con mi alegría infantil y el menú sabático propuesto era pollo almendrado, chocolate Nestlé del caro, y aquellos libros. Eso conformó mi mayor poder con tan solo 4 años, la lectura. Es cierto que no era muy rápida leyendo y a veces me costaba entender, teniendo que recular en ocasiones, para observar dibujos y textos con el fin de darles un sentido en mi joven cerebro. Siempre se deslizaba una medio sonrisa cuando en el estante de al lado, miraba como reposaba el libro “Por quien doblan las campanas” y le guiñaba un ojo como advirtiéndole que cuando fuese más lista, recorrería sus páginas en varios días. Antes de leer a Hemingway, me sentía rara en las clases y me aburría como una ostra cuando explicaban algo que yo había entendido a la primera, así que, mi gran capacidad de aburrirme continuamente comenzó ahí, yo yendo rápido y el mundo lento. Yo queriendo más y el mundo sujetándome. Había tanto por conocer, tanto por descubrir. Animales, razas, países, climas, puestas de sol; que mi pueblo, Campo de Criptana, se quedaba minúsculo. Ahí empezó la ansiedad por lo pequeño que era todo y por las pocas posibilidades que mi cuerpo, mi cerebro y mi edad me ofrecían.
Pero el interior de una misma siempre es inmenso, y los libros me ofrecían la inmensidad de otras almas. Podía adentrarme en algo misterioso, en otro país, en una reflexión filosófica, en la noticia del periódico de los domingos, en la historia, en todo. Y a la par crearlo y recrearlo, dibujar en mi mente y en papel pequeñas historias, pequeños dibujos, y volar hacia lugares lejanos.
He sido de libros y de socializar. No se cómo pero soy introvertida y extrovertida a la vez. Cuando me iba de fiesta y regresaba a las 5:00 de la mañana, me ponía a leer durante horas. Es un poco loco, lo sé. Pero así crecí, como esponja de las letras. Han pasado años hasta que regresé hace poco a ese cole pequeño, ha pasado tiempo hasta que me he dado cuenta dónde está mi “ikigai”, hasta que me he dado permiso para pequeñas cosas, y he abierto la posibilidad de descubrir muchas más.
Ahora con casi 50, sigo luchando contra los que dicen tomate cuando quieren decir rojo, sigo investigando lo que significa todo lo que hay a mi alrededor para entenderlo y aplicarlo, sigo escribiendo y dibujando. La diferencia es que nada se queda en aquella escalera sino que lo comparto, porque nada mola más que obtener sonrisas como recompensa.
He estado sonriendo al leerlo, así que conmigo lo has conseguido 😁 Te dejo otra palabra que triangule con rojo y tomate, pues de pequeña mis mejillas se ponían muchas veces del color de mi primer apellido. ¿Cazaste la palabra?😜
Gracias. La Navidad tiene ese poder de conectarnos tan directamente con la infancia.🤍
Esta frase cuenta una de las lecciones más importantes de la vida."Como conclusión saqué que da igual quién tenga razón, que da igual si es correcto o no, lo importante es entender porque se dice lo que se dice y se hace lo que se hace, siempre hay una justificación."
Aquí mis tomates son de color amarillo dorado. En mi estudio hay veinte versiones del color rojo. Vienen en tubos y frascos de vidrio donde los he mezclado para pinturas.
Gracias por escribirnos y por diciendo sobre tu vida.