Miguel empezó a encenderse, tornándose su “blandería” habitual a rabia, desbordando una energía que quemaba el amor existente en el cuarteto. Podría haber descuartizado a Marta con su mirada y su respirar ardiente.
Le vino a la mente lo de Miguelito de La Roda, el típico dulce manchego y su mote durante aquel verano del 2015. Su caspa era el azúcar glasé. El llevar siempre una camiseta de tirantes Abanderado bajo una camisa eran las capas de fino hojaldre.Y su piel beige y blandita era el relleno de crema pastelera. Receta perfecta de pastelitolito para las chicas, no para los chicos, que continuamente se metían con él. Miguel era dulce y cercano, pero cuando ligaba, le entraba tal cagalera que optaba por llamar a su madre para que le dijese lo maravilloso que era, antes que aceptar una simple crítica acerca de su pelo, de sus dientes o de ser un chaval parco en palabras. O sea, que era un caramelito sin fuste, sin conversación, sin picardía, sin agilidad, pero un sugus atractivo al que nadie quería dañar.
Surgieron muchas oportunidades de noviazgo mojigato, y de rolletes primaverales de “si te visto no me acuerdo”. Pero no quería mojarse, no quería derretirse y descubrir sus vulnerabilidades.
Pasaron los años, y no distinguía si lo que sentía era un deseo apagado por el tiempo, una tensión generada por su madre y sus líos legales, o que era un ser apático, sin vida corporal, solo mental.
Era virgen, porque nadie podía superar la perfección de su madre, y nadie era merecedora de conocer sus miserias. Así que la espiral sosa iba creciendo momento tras momento, y año tras año.
Marta apareció con el noviazgo de su madre. Y se quedó embobado desde el primer momento de la hija del ligue lesbiano de su progenitora. La imponente hermanastra era capaz de cualquier cosa, incluso de matar a alguien de amor o de verdad. La fuerza de ella le atraía hasta no dejarle dormir, pero por respeto a su querida madre, prefiero guardar silencio lo que sentía.
Unos días antes de emprender el viaje, habían estado los cuatro reunidos en casa. Allí surgieron los roces, las miradas, los empujones, incluso insultos y sonrisas también. Miguel perdido de amor y lujuria, iba a permitirse el lujo de saltarse cualquier norma en aquel que había sido su dormitorio durante años. Cuando la ropa salió por los aires por encima de los posters de Aerosmith, Marta empezó a reír con cante jondo al ver su cuerpo y sus proporciones. Entonces enfureció y la agarró por las muñecas forzándola a ser besada y olisqueada de manera animal. Poco más pasó, porque ella escapó fácilmente al chillar varias veces y él dejar que su fuerza se atenuará dejandola escapar de sus redes y llorando como un bebé tras una situación tan dolorosa.
Sin embargo la dura Marta prometió venganza. Allí estaba ella para que Miguel fuese juzgado por no ser respetable, por no aparentar lo santo que era, y por ser un demonio vestido de primera comunión.
-Marta, si querías echarme mierda encima, incluso la causa de tu aborto, casi lo consigues. ¿Sabes? Lleguñe a sentir algo por ti, porque me pareces un ser extraordinario, aunque lejos de la bondad y cerca de la mezquindad, podría decir que estaba enamorado. Nunca te hubiese violado, lo sabes, sólo me vengaba de tus risas hacia mí. Ahora pienso que quiero que seas feliz y que arregles y compartas qué te pasa en realidad. - dijo suavemente Miguel, aunque su rabia estaba en la parte alta del abdomen.
-¿Por qué todos somos tus víctimas? ¿Por qué ocultas ser la causa de este accidente? ¿Por qué esperas ser tú la que va a volver a la vida terrenal? ¿Por qué guardas tanto odio que incluso has matado al bebé que esperabas?- Replicó Miguel con lágrimas y sin apenar poder articular algo más.
¡Maravilloso!
Leerte es un placer siempre.
Enhorabuena por este escrito que hace que me meta en la historia y me quede con ganas de más.
Se te echaba mucho de menos por aquí.
¡Gracias mil! 😘
I like this image: "for being a demon dressed for first communion."