En la Conchinchina.
No he estado nunca aquí, y me gusta. Me gustaría que cada ser humano pudiese viajar a cualquier lugar. Viajar te hace volver a lo que realmente eres, porque nadie te conoce, y no tienes nada que demostrar. Cuando preguntas a un lugareño por una calle, o pides algo en un mostrador de una tienda, o sonríes porque sí, eres más tú. Sobre todo cuando sales sin los habituales, sin tu familia, sin tus amigos, sin tus compañeros de trabajo. Notas que estás tú, y que te tienes a ti, y ni te exiges, ni exiges.
Así en tu esencia, miras el lugar donde estás de otra forma distinta. Esto ya me pasó en Kenia, y por unos ratitos, se repite aquí en Vietnam. Es como una libertad con fecha fin, pero respiro con otro ritmo, con distinta velocidad. Y me pongo vulnerable, y lloro con nada. Si me sonríe una señora con mascarilla, me emociono. ¿Qué cómo se que sonríe? No se explicarlo, pero lo se.
Y aquí en la Conchinchina, justo en su antigua capital, me hallo ahora mismo. Parecía que este lugar no existía, y era solo mención de ancianos, pero no, la que fuecolonia francesa entre 1946 y 1948 se llamó tal cual.
Este lugar como escenario es distinto, el vestuario, los actores de reparto, y la luz, aunque es difícil sentirse fuera de juego a pesar de no conocer la película. Antes cuando viajaba a un país bastante diferente, sentía como que no encajaba, y eso era porque yo normalizaba lo que conocía, veía bien lo que vivía en mi entorno, en mi país. Desde cómo pasárselo bien, hasta la música o la comida. Ahora me cuesta decir que unos estamos más avanzados que otros, porque mirando las calles de este lugar, me doy cuenta que hay más de los mismo y con las mismas necesidades, pero expresado de otra forma.
¿Qué cosas son iguales?
Podría decir que el uso del móvil, la inmediatez, intentar mejorar socialmente, la jerarquía, la traición a conocidos y desconocidos, la gula… En resumen la búsqueda rápida de la dopamina, a través de estímulos rápidos y velozmente satisfechos. Eso es lo que nos mueve hacia el futuro. Y con una diferencia de 2 peldaños, acá en Vietnam los humanos son culturalmente distintos pero en el fondo, humanos.
¿Qué es diferente?
Precisamente las diferencias son los motivos por lo que nos gusta viajar y conocer otros lugares. Son curiosidades, como cuando vas a casa de alguien que se acaba de mudar, y todo es wooow, porque aunque sea más pequeña y vieja que tu casa, siempre puedes identificar quién vive ahí. Dime como pones la mesa, y te diré lo detallista o práctico que eres. Dime cómo cocinas y te diré cuál es tu indice de creatividad. Dime como es tu dormitorio y te diré cuál es tu nivel de estrés. Dime cómo decoras y te diré lo diferentes o parecidos que somos. Y en el caso de los países, estas diferencias son las que provocan el turismo a las mismas, cuánto más originalidad hay versus la mayoría, más visitados son estos.
Ahora llevo 1,5 millones de dongs en la cartera… y son poco más de 50€, loquísimas divisas. Una cerveza de 450ml, 0,80€. Una cena a reventar 8€… y así. Quizá se lógico porque húyele a suelo encharcado pero reseco por el sol grisáceo. También huele a mar revenío, a dulce y saldo, a gasoil y aceite quemado, y a melocóton en los ascensores. Se escuchan cláxones todo el rato, como el ruido de las olas, pero artificial y con sensación cerebral grave. Y los sabores son de picos, saladito, sabrosito, picantito, pero todo en “ito” porque tampoco es destacable en positivo o negativo. Eso sí, el tacto es pegajoso, húmedo, caliente y con sensación de haber aumentado de volumen corporal.
Con todo esta mezcla de sensaciones, me he reído mucho cenando, he cruzado un mini lago que había en un restaurante haciendo equilibrio sobre unas cañas de bambú. No tengo foto ni video, pero lo he disfrutado y me he reído. Al final a los de allí y a los de aquí nos gusta jugar, y da igual el idioma, color o cultura.
Somos actores en diferentes películas, pero todos actores.
Me gusta Vietnam.